La música fuerte, con un ritmo rápido, sonando en los bares hace que las personas beban más y más rápido, según un estudio divulgado el viernes.
“Investigaciones previas habían mostrado que la música con un ritmo más rápido puede causar beber rápido y que la presencia o no de música puede llevar a que una persona pase más tiempo en un bar”, dijo Nicolas Gueguen, profesor de ciencias del comportamiento de la Universidad de Bretagne-Sud en Francia, y coautor del estudio.
“Esta es la primera vez que un enfoque experimental en un contexto real descubrió los efectos de la música fuerte sobre el consumo de alcohol”, indicó.Gueguen y sus colegas visitaron durante tres noches de sábado dos bares cuyos dueños aceptaron que manipularan los niveles del sonido.Seleccionaron al azar a 40 hombres de 18 a 25 años que pidieron cerveza y controlaron su consumo según los distintos niveles de la música.
“Investigaciones previas habían mostrado que la música con un ritmo más rápido puede causar beber rápido y que la presencia o no de música puede llevar a que una persona pase más tiempo en un bar”, dijo Nicolas Gueguen, profesor de ciencias del comportamiento de la Universidad de Bretagne-Sud en Francia, y coautor del estudio.
“Esta es la primera vez que un enfoque experimental en un contexto real descubrió los efectos de la música fuerte sobre el consumo de alcohol”, indicó.Gueguen y sus colegas visitaron durante tres noches de sábado dos bares cuyos dueños aceptaron que manipularan los niveles del sonido.Seleccionaron al azar a 40 hombres de 18 a 25 años que pidieron cerveza y controlaron su consumo según los distintos niveles de la música.
Los autores ofrecieron dos hipótesis de por qué la música más fuerte llevaría a un mayor consumo en un tiempo reducido.
“Primero, en acuerdo con investigaciones anteriores sobre la música, la comida y la bebida, los altos niveles del sonido pueden haber causado una estimulación mayor, que llevó a las personas a beber más rápido y a ordenar más bebidas”, dijo Gueguen.“Dos, la música fuerte puede haber tenido un efecto negativo en la interacción social en el bar, por lo que los clientes bebieron más porque hablaron menos”.
El estudio será publicado en la edición de octubre de ‘Alcoholism: Clinical & Experimental Research’.
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